Sei chûshin-dô no es el nombre de un arte marcial per se o un estilo de karate. Sei chûshin-dô es la síntesis de la filosofía Butoku-kan y el pensamiento de nuestro maestro Taketo Okuda.
Durante décadas de entrenamiento, Sensei Okuda mejoró y se desarrolló en las tres modalidades que enseñamos: Karate, Kyoken-jutsu y Taikyoku-ken. Sin embargo, esta división se fue convirtiendo gradualmente en meramente didáctica, porque en la práctica desapareció la frontera entre ellos.
Cuando entrenaba solo o cuando impartía clases más avanzadas, sensei Okuda no separaba una técnica de la otra. Cada uno de ellos contribuye de alguna manera a nuestro desarrollo.
_cc781905-5cde-3194 -bb3b-136bad5cf58d_ _cc781905 -5cde-3194-bb3b-136bad5cf58d_ _cc781905-5cde-3194-bb3b-136bad5cf58d necesario todo el espíritu guerrero en nosotros; crea la disciplina y la constancia necesarias para aquellos que quieren seguir un camino espiritual.
nles enseña a percibir y desarrollar nuestro verdadero centro que es nuestra fuente de energía; nos acerca a nuestro verdadero yo, nuestra esencia.
_cc781905-5cde-3194 -bb3b-136bad5cf58d_ _cc781905 -5cde-3194-bb3b-136bad5cf58d_ _cc781905-5cde-3194- bb3b-136bad5cf58d_ _cc781905- 5cde-3194-bb3b-136bad5cf58d_ _cc781905-5cde-3194-bb3b- 136bad5cf58d_ nos ayuda a relajarnos profundamente y sentir la energía fluir en nuestro cuerpo para que podamos fusionarnos con la energía del Universo.
A pesar de ser independientes, cada una de estas técnicas son complementarias y la unión de las tres sintetiza la filosofía del Butoku-kan. La palabra Sei chûshin-dô significa: “Camino al centro real”.
El Karate surgió en Japón a finales del siglo XIX, durante la Restauración Meiji, al final del Shogunato (época en que la nación estaba controlada por los Samurais).
Para poder gobernar sin la amenaza de una posible revuelta, el Emperador buscó diluir la tradición Bushi (Principio Ético de los Samurais), con la prohibición de portar espadas.
Los Samurais, sin embargo, con el objetivo de mantener vivo el espíritu guerrero, comenzaron a practicar "clandestinamente" un Arte Marcial que no utilizaba armas, sino que transformaba el cuerpo en un arma mortal.
Lejos de querer enseñar a las personas a usar su cuerpo para luchar, Butoku-kan busca recuperar la dimensión filosófica y espiritual de este Arte Marcial en sus orígenes.
Hay un centro de gobierno en nuestro cuerpo, responsable tanto de la estabilidad corporal como del contacto con
el universo. Este centro, llamado Sei Chushin, está ubicado en la región entre la región lumbar y la parte inferior del abdomen.
El camino para descubrir y fortalecer nuestro centro real
es el objetivo del Kyoken-jutsu. Una vez que este misterioso universo se activa dentro de nosotros, sentimos que nuestro cuerpo se llena de energía y espíritu. Esta energía favorece un gran aumento de la salud y además nos sumerge en la esencia de nuestro verdadero ser.
Kyoken-jutsu es un conjunto de ejercicios, que a través de la respiración y la corrección de la postura, explora e intensifica la fuerza de este centro, fortalece la base del cuerpo y busca el equilibrio constante. Con su práctica, Sei Chushin se convierte en un zen dinámico, que es la base de todas las artes marciales, un trabajo conjunto entre cuerpo, mente y espíritu.
En contraste con el ritmo acelerado de la vida cotidiana, el Taikyoku-ken combina movimientos corporales lentos, suaves y gráciles, buscando la armonía entre el espíritu y el universo. Combinados con una respiración adecuada, estos movimientos parecidos a una danza activan la energía estancada del cuerpo, estimulan la circulación sanguínea y promueven varios beneficios para la salud general del practicante. Un arte que pretende relajar tanto el cuerpo como la mente.
Es una actividad que no requiere mucho esfuerzo físico, al contrario, es cómoda. No es violento ni cansa y sus movimientos son fáciles de asimilar. La actitud mental correcta es la quietud concentrada. Es el interior el que empieza a mover el exterior.